“Consejos sobre aislamiento”. Después de un año en el espacio, creo tener algunos.
Caracas 28 de Marzo.-
Por Scott Kelly
El autor es un astronauta retirado de la NASA que pasó casi un año en la Estación Espacial Internacional.
Quedarse encerrado en casa puede ser desafiante. Cuando viví en la Estación Espacial Internacional durante casi un año, no fue fácil. Cuando me iba a dormir, seguía en el trabajo. Cuando me despertaba, aún estaba en el trabajo. Volar en el espacio tal vez es el único empleo al que no puedes renunciar.
Sin embargo, aprendí varias cosas durante el tiempo que pasé allá que me gustaría compartir porque están a punto de volverse útiles de nuevo, ahora que nos encerraremos en casa para ayudar a detener la propagación del coronavirus. A continuación, algunos consejos para vivir en aislamiento, de parte de alguien que ya lo ha hecho.
Sigue un horario
En la estación espacial todo mi tiempo estaba agendado, desde el momento en que despertaba hasta la hora de ir a dormir. A veces eso incluía una caminata espacial que podía durar hasta ocho horas; en otras ocasiones, se trataba de una tarea de cinco minutos, como echar un vistazo a las flores experimentales que estaba cultivando en el espacio. Verás que seguir un plan te ayudará a ti y a tu familia a adaptarse a un entorno laboral y hogareño distinto. Cuando regresé a la Tierra, extrañé la estructura que esto me proporcionaba y después me pareció difícil vivir sin esta organización.
Toma pausas
Cuando estás viviendo y trabajando en el mismo espacio durante muchos días, el trabajo puede invadir toda tu vida si lo permites. Cuando vivía en el espacio, tomaba pausas de manera deliberada porque sabía que estaría ahí durante un largo periodo, justo como la situación en la que ahora estamos. Toma tiempo para realizar actividades divertidas: me reunía con colegas de la tripulación para ver películas por la noche, con todo y botanas, y vi todas las temporadas de Juego de tronos dos veces.
Además, no olvides incluir en tu calendario una hora constante para ir a dormir. Los científicos de la NASA estudian de cerca el sueño de los astronautas cuando estamos en el espacio, y han descubierto que la calidad del sueño se relaciona con la cognición, el estado de ánimo y las relaciones interpersonales, que son esenciales para superar una misión en el espacio o una cuarentena en casa.
Una de las cosas que más extrañaba mientras estaba en el espacio era poder salir. Después de estar encerrado en un espacio pequeño durante meses, en verdad comencé a anhelar la naturaleza: el color verde, el olor de la tierra fresca y la sensación del sol cálido en mi rostro. El experimento con flores se volvió más importante para mí de lo que jamás habría imaginado. A mis colegas les gustaba reproducir una y otra vez una grabación con sonidos de la Tierra, como los de las aves, el que hacen los árboles cuando los agita el viento e incluso el de los mosquitos. Eso me transportaba de regreso a la Tierra, aunque a veces me daba palmadas en las orejas para espantar a los mosquitos imaginarios.
Para un astronauta, salir es una misión peligrosa que requiere días de preparación, así que aprecio que, en nuestro dilema actual, puedo ir al exterior en cualquier momento que desee a dar un paseo o hacer una excursión sin necesidad de un traje espacial. Las investigaciones han demostrado que pasar tiempo en la naturaleza es benéfico para nuestra salud mental y física, pues es ejercicio. No necesitas ejercitarte dos horas y media al día, como lo hacen los astronautas en la estación espacial, pero moverte una vez al día debe ser parte de tu horario de cuarentena (tan solo mantente al menos a dos metros de los demás).
Necesitas un pasatiempo
Cuando estás encerrado en un espacio pequeño necesitas un escape que no sea el trabajo ni el mantenimiento de tu entorno.
A algunas personas les sorprende enterarse de que llevé libros al espacio. La distracción silenciosa que te proporciona un libro físico —que no te alerta de ninguna notificación ni te da la posibilidad de abrir otra pestaña— es invaluable. Muchas librerías pequeñas ahora están ofreciendo entregas de pedidos a domicilio o en tu auto, lo cual significa que puedes apoyar a un negocio local y, a la vez, asegurarte un tiempo de desconexión, que es muy necesario.
También puedes practicar un instrumento (acabo de comprar un entrenador digital de guitarra en internet), hacer manualidades o algún otro proyecto de arte. Los astronautas se toman tiempo para hacer todo esto mientras están en el espacio. (¿Recuerdas la famosa versión que hizo el astronauta canadiense Chris Hadfield de “Space Oddity” de David Bowie?).
La NASA ha estado estudiando los efectos del aislamiento en los humanos durante décadas, y un descubrimiento sorprendente ha sido el valor de escribir un diario. A lo largo de mi misión de un año, me tomé el tiempo de escribir sobre mis experiencias casi todos los días. Si te das cuenta de que solo estás registrando los sucesos de todos los días (que, en este contexto, quizá sean repetitivos), mejor intenta describir lo que estás experimentando a través de tus cinco sentidos o escribe sobre tus recuerdos. Aunque no termines escribiendo un libro basado en tu diario, como hice yo, escribir sobre lo que pasa en tus días te ayudará a poner tu experiencia en perspectiva y te permitirá ver en retrospectiva más tarde lo que ha implicado este momento único en la historia.
Toma tiempo para estar en contacto
Incluso con todas las responsabilidades de servir como comandante de una estación espacial, jamás me perdía la oportunidad de tener una videoconferencia con amigos y familiares. A los científicos les parece que el aislamiento es dañino no solo para nuestra salud mental, sino también para nuestra salud física, especialmente para nuestro sistema inmune. La tecnología hace que sea más fácil que nunca mantenerse en contacto, así que vale la pena apartar tiempo para conectarse con alguien todos los días. Podría ayudarte a combatir los virus.
Escucha a los expertos
He descubierto que la mayoría de los problemas no son tan difíciles como la ciencia espacial; sin embargo, cuando sí lo son, debes asesorarte con expertos. Vivir en el espacio me enseñó mucho sobre la importancia de confiar en los consejos de las personas que sabían más que yo sobre ciertos temas, ya fuera ciencia, ingeniería, medicina o el diseño de la increíblemente compleja estación espacial que me mantenía con vida.
En particular en un momento desafiante como el que estamos viviendo ahora, debemos buscar el conocimiento de los que más saben al respecto y escucharlos. Las redes sociales u otras fuentes que no verifican sus datos pueden difundir desinformación de la misma manera en que un apretón de manos transmite un virus, por lo que es necesario buscar fuentes confiables de hechos, como la Organización Mundial de la Salud y el Centro de Recursos sobre Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins.
Todos estamos conectados
Vista desde el espacio, la Tierra no tiene fronteras. La propagación del coronavirus nos demuestra que lo que compartimos los seres humanos es mucho más poderoso que lo que nos mantiene alejados, para bien o para mal. Todas las personas están inevitablemente interconectadas, y cuanto más nos unamos para resolver nuestros problemas, mejor estaremos.
Uno de los efectos secundarios de ver la Tierra desde la perspectiva del espacio, por lo menos para mí, es sentir más compasión por los demás. Por más indefensos que nos sintamos encerrados en casa, siempre hay cosas que podemos hacer: he visto a personas que les leen a los niños mediante llamadas de video, que donan su tiempo y su dinero a organizaciones de beneficencia en internet y que hacen mandados para los ancianos o los vecinos con sistemas inmunes debilitados. Los beneficios para el voluntario son tan grandes como para las personas que reciben la ayuda.
He visto a los humanos trabajar juntos para superar los retos más complejos que podamos imaginar, y sé que somos capaces de salir adelante esta vez si todos ponemos de nuestra parte y trabajamos en equipo.
Ah, y lávense las manos con frecuencia!.
Scott Kelly es hoy un astronauta retirado de la NASA.
nytimes.com