La Cruz Roja Internacional. (+origen).
Caracas 10 de Enero.-
La Cruz Roja Internacional, nace como una iniciativa de; Henry Dunant, esto a raíz de los acontecimientos sucedidos durante el desarrollo de la denominada “Batalla de Solferino”.
Henry Dunant o Juan Enrique Dunant, nació en Ginebra Suiza, el 8 de mayo de 1828 y fallece en Heiden Suiza, el 30 de octubre de 1910). Fue un empresario, filántropo y humanista suizo. Recibió el primer Premio Nobel de la Paz junto con Frédéric Passy, en 1901.
La batalla de Solferino tuvo lugar el 24 de junio de 1859, en la localidad de Solferino en Italia. Esta batalla se enmarca dentro del proceso de Unificación Italiana. El cual fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX llevó a la unión de los diversos estados en los que la península italiana estaba dividida, en su mayor parte vinculados a dinastías consideradas “no Italianas” como los Habsburgo o los Borbones.
“Aquel memorable 24 de junio se enfrentaron más de trescientos mil hombres, la línea de batalla tenía cinco leguas de extensión -24.140,2 metros-, y los combates duraron más de quince horas”, así lo explica Henry Dunant, fundador de la Cruz Roja, en su libro “Recuerdo de Solferino”. Tal era la importancia de la batalla que el propio Emperador de Austria, Francisco José I, se puso al mando de sus tropas.
Todo estaba preparado para que el mundo fuera un cruel espectador de una de las batallas más sangrientas de la historia. La batalla de Solferino dejó miles de muertos y heridos.
Esa calurosa y radiante mañana de Junio, mientras el sol resplandecía sobre las relucientes armaduras de los jinetes franceses, el ejército aliado inició su avance sobre las tropas austríacas, las cuales se habían preparado para una férrea defensa tomando posiciones en Solferino y en dos pueblos cercanos: Medole y Cavriana.
Desde el comienzo ya se pudo dilucidar la crueldad de la batalla cuando, decididos a tomar los primeros palmos de terreno, los jinetes aliados pisotearon a cientos de heridos de ambos bandos para conseguir cargar contra su enemigo. “Las herraduras de los caballos aplastaron a muertos y a moribundos; un pobre herido tenía la mandíbula arrancada, otro tenía la cabeza escachada, un tercero, a quien se podría haber salvado, tenía el pecho hundido”, narra Dunant en su libro.
No hubo piedad, pues un segundo de retraso podía significar una horrible derrota para cualquiera de los dos bandos. Así, entre sangre y gritos, se desarrolló la batalla durante horas hasta que, después de sufrir una ingente cantidad de pérdidas a base de mosquete y metralla de cañón, los austríacos empezaron a ceder sus posiciones.
Tras la toma de Cavriana a bayoneta calada, los aliados iniciaron la ofensiva definitiva sobre el cementerio y la torre de Solferino. “Viendo que le faltaba a las tropas austríacas una decidida y homogénea dirección de conjunto, el emperador Napoleón III ordenó atacar simultáneamente Solferino para presionar contra el centro enemigo”, continua narrando el escritor.
Finalmente, y mientras el capellán del emperador caminaba entre los miles de heridos ofreciendo palabras de consuelo, las fuerzas aliadas tomaron Solferino. Bajo una espesa lluvia que apareció de improviso, las tropas austríacas no tuvieron más remedio que abandonar la contienda. Así, el final de los combates lo marcó el sonido de los fusiles y espadas de los vencidos cayendo sobre el suelo, una dulce balada para Napoleón III.
“Tras haber cedido el centro austríaco y cuando el ala izquierda ya no tenía esperanza alguna de forzar la situación de los aliados, se decidió la retirada general y el emperador se resignó a encaminarse, con una parte de su estado mayor hacia Volta. Para algunos regimientos, la retirada se convirtió en una desbandada total”, destaca Dunant.
Luego de esto Henry Dunant, al observar las secuelas de la batalla de Solferino en Italia y la empatía que este hecho le causó, se decidió a escribir sus memorias y experiencias en el libro antes señalado y titulado “Un Recuerdo de Solferino”, en el cual hizo un reclamó para la creación de un cuerpo de voluntarios, esto con la finalidad de socorrer a los heridos de la guerra sin distinción del bando al que pertenecieran. Dicha petición sirvió más tarde para la fundación de la Cruz Roja.
En 1863, el propio Henry Dunant acompañado de cuatro personas más, -hoy llamados “el comité de los cinco”- forman el Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos, una organización creada para ayudar a los soldados heridos en el campo de batalla.
Pero fue el Consejo Federal Suizo reunido en 1864, quien organiza la conferencia diplomática en Ginebra a la que acuden delegados plenipotenciarios de 16 países y en la que tomando en cuenta algunos postulados humanitarios aportados por Dunant, se redacta el “Convenio de Ginebra para mejorar la suerte que corren los militares heridos de los ejércitos en campaña”.
Como emblema para garantizar la protección de las unidades dispuestas por las diferentes naciones para llevar a cabo esta misión, se optó por el signo heráldico de una cruz roja sobre fondo blanco, en homenaje a Suiza, país organizador de la conferencia (de cuya bandera nacional se toman invertidos los colores). Años más tarde se unió como emblema la Media Luna Roja y el Cristal Rojo sobre fondo blanco. Todos ellos forman parte de emblemas humanitarios reconocidos oficialmente en numerosos países del mundo.
Es en ese momento cuando el “comité de los cinco” cambia el nombre de “Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos” por el de “Comité Internacional de la Cruz Roja”. Aunque esta organización se ocupaba también de los civiles afectados por las batallas, faltaba organizar oficialmente la ayuda tanto para los heridos en las batallas como para los dañados colaterales originados por las mismas, de la forma que fuera.
Como complemento a lo anteriormente señalado es por esto, que en el año de 1949 se aprueban los protocolos adicionales al convenio de Ginebra, en los que se define qué es la Protección Civil, cuál es su campo de aplicación a nivel Internacional, y cuál es su identificación en el ámbito internacional: a partir de entonces, un triángulo equilátero azul sobre fondo naranja debe identificar los edificios, el personal, y el material de las distintas organizaciones nacionales de Protección Civil.
De esta forma nace la Protección Civil, el 12 de agosto de 1949 en el Protocolo 2 adicional al Tratado de Ginebra «Protección a las víctimas de los conflictos armados internacionales», siendo una de las disposiciones otorgadas para facilitar el trabajo de la Cruz Roja.
Hoy en día la Cruz Roja Internacional continúa siendo una organización independiente y neutral que se esfuerza por prestar protección y asistencia humanitarias a las víctimas de los conflictos armados y de otras situaciones de violencia. Toma medidas para responder a las emergencias y promueve, al mismo tiempo, el respeto del derecho internacional humanitario y su aplicación en la legislación nacional.
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