Tragedia en Los Roques. Caso (VIPROCA). 1997.

Introduccion.

El Parque Nacional Archipiélago de Los Roques es un Parque Nacional de La República Bolivariana Venezuela y que fue decretado como tal en el año de 1972, bajo la presidencia del Dr. Rafael Caldera.

El Archipiélago Los Roques, es una Dependencia Federal que agrupa un conjunto de islas y cayos en las Antillas menores pertenecientes a Venezuela, que poseen una superficie estimada en 40,61 km² y que están ubicados entre el archipiélago de Las Aves (al oeste) y la isla de La Orchila (al este), a 176 km al norte de la ciudad de La Guaira y que representa uno de los principales atractivos turísticos del país.

Forma parte del Territorio Insular denominado Francisco de Miranda y la única isla con población permanente es el Gran Roque, el cual posee una superficie  de 1,7 km² y según estimaciones para el año 2014, contaba con una población de 3.100 habitantes fijos (siendo la dependencia federal más poblada).

Tiene una superficie total aproximada de 221.120 hectáreas entre espacios marítimos y terrestres y es considerado el parque marino más grande de América Latina (Parque Nacional Archipiélago de Los Roques). Además el archipiélago posee el arrecife coralino más grande del Caribe.

Otras islas y cayos importantes que conforman el archipiélago son;  Francisquí, Crasquí, Madrisquí, Pirata, Fernando, Noronquí y Dos Mosquises.

Las Autoridades del territorio insular son muy estrictas en cuanto a las construcciones                que se realicen en el sitio y si las mismas  son permisadas,  tienen que ser realizadas bajo severas normas de construcción, esto con la finalidad de minimizar el impacto ambiental.  Las compras y la diversión nocturna no forman parte de los atractivos del Gran Roque. Los restaurantes son sumamente sencillos y no hay cines ni discotecas.

De Los Roques provienen  el 90% de las langostas que se consumen en Venezuela. Desde la década de 1990, la pesca fue desplazada por el turismo como principal actividad económica.

El punto más elevado tiene apenas 130 m sobre el nivel del mar. Desde el sur del archipiélago hasta tierra firme, existen profundidades marinas hasta de 1.700 m, con niveles progresivamente menores hacia el norte, donde la profundidad promedio no supera los 15 m.

El contexto.

archiprielago de Los Roques

Como señale anteriormente, son sólo 176 km, la distancia que  separa  el caribeño archipiélago de Los Roques del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, ubicado en el Estado La Guaira y el más importante de Venezuela  y desde el cual parten la mayoría de los vuelos turísticos que visitan la zona.

Pero, pese a lo insignificante si se quiere del trayecto, la ruta ha registrado en los últimos años un importante número de accidentes aéreos, algunos de los cuales, se desconocen las causas exactas de su origen.

El misterioso velo que cubre algunos de los accidentes ocurridos en la ruta hacia Los Roques, recuerda un poco al archifamoso caso del Triángulo de las Bermudas. Una zona comprendida entre el sur de la península de La Florida (EUA), El Archipiélago de Las Bermudas y la isla de Puerto Rico, que fue objeto de innumerables teorías y especulaciones que nunca fueron corroboradas científicamente, durante la segunda mitad del siglo XX.

Todos esos misterios a los que se hace referencia en el famoso triangulo alcanzaron la categoría de mito, gracias al escritor Charles Berlitz y su libro El Triángulo de las Bermudas, escrito en (1974). Una compilación de sucesos supuestamente manipulados, falseados y en muchos casos directamente inventados, y que acabó siendo un superventas en todo el mundo. Aún hoy en día, el libro es responsable de que circulen todo tipo de especulaciones y misterios respecto a una zona que; según la Guardia Costera de EEUU, no ha sido testigo de más desapariciones de barcos ni de aviones que en otras áreas de igual tráfico.

El suceso.

En nuestro caso particular uno de estos accidentes y quizás el más polémico ocurrido en esta ruta aérea  Maiquetía los Roques,  sucede el 29 de Diciembre de 1997,  cuando un avión  tipo Queen Air, siglas  YV 539C,  pertenecientes a la empresa Vialidad y Proyectos Compañía Anónima (Vipro C.A.) después de 52 minutos de vuelo y producto de fallas mecánicas, amariza de emergencia con 10 personas a bordo.

Debido a la gran cantidad de dudas en cuanto a la actuación y procedimientos realizados por el SAR Maiquetía y las polémicas suscitadas con respecto este hecho acaecido, y en honor a la verdad, es importante hacer referencia a las declaraciones del Magistrado Ponente Levis Ignacio Zerpa, las cuales constan en el Expediente Incurso en el TSJ. Bajo el número Nº 2006-0436 de fecha 22 Julio del 2009, y en las cuales dicho magistrado escribe lo siguiente:

-Extracto-. Narra que Erwin José Núñez Lara, Iliana Margarita González de Núñez, Francesco Porco Gallina Pulice, Leda Isabel Martínez Romero, Víctor Julio Ruiz Vera, Paola Cedres de Guasamucare, Fernando Guasamucare, Juan Cabeza y Yelitza Arenas, viajaron al Archipiélago de Los Roques el día 20 de diciembre de 1997, en un paseo organizado por la empresa Purina de Venezuela, C.A. para un grupo de sus empleados y sus cónyuges.

Indica que el viaje fue contratado por Purina de Venezuela a través de una agencia de viajes que utilizó lo servicios de tres (03) aeronaves, de las cuales dos eran pertenecientes a la empresa Vialidad y Proyectos Compañía Anónima (Vipro C.A.) y una de la compañía “Chappy Air”.

Refiere que aproximadamente a las 9:00 a.m. partieron las aeronaves del Aeropuerto de Maiquetía hacia el Archipiélago de Los Roques y a las 5:00 p.m. los aviones despegaron del mencionado Archipiélago e iniciaron el regreso, viajando los ciudadanos arriba mencionados en la aeronave distinguida con las siglas YV 539C, tipo Queen Air, propiedad de la compañía Vialidad y Proyectos Compañía Anónima (VIPRO, C.A.) y como tripulante el piloto Ricardo Batija.

Foto referencial del avion Queen Air, YV 539C.

Señala que “a las 5:52 p.m. aproximadamente, el piloto reporta a la Torre del Centro de Aproximación de Maiquetía que ‘lleva una bandera’ (en el argot aeronáutico, un motor apagado), este reporte lo hace cuando se encuentra aproximadamente a 30 millas náuticas del Aeropuerto de Maiquetía y a una altura de 2000 pies, cabe destacar que el piloto logró mantener el vuelo durante doce (12) minutos, lapso en el que va informando a la Torre la pérdida de altura: 1.500 pies, 1000 pies, 500 pies, 150 pies y por último informar ‘539 al agua’, esto ocurrió a escasas doce (12) millas náuticas del principal aeropuerto de Venezuela cuya distancia se cubría tan sólo entre ocho y doce minutos después de reportada la emergencia”.

Continúa refiriendo que “el piloto, en franca demostración de destreza y pericia, amarizó la aeronave, logrando mantener con vida a todos los ocupantes de la aeronave, quienes a pesar de las lesiones y quemaduras sufridas, pudieron salir del aparato con los chalecos salvavidas puestos e iniciar sus propios procedimientos de supervivencia”.

Expone que detrás de la aeronave siniestrada volaba otra de las aeronaves que trasladaba a los compañeros de paseo quienes presenciaron el amerizaje de la aeronave YV-539C constatando que después del impacto con el mar, se podían divisar sobrevivientes flotando en el agua.

Narra que “La supervivencia de los ocupantes de la aeronave, también fue confirmada por el ciudadano Alejandro Zing, piloto de la aeronave de la empresa Aeroejecutivos identificada con las siglas YV440C, también en la ruta Los Roques-Maiquetía, quien informa a la Torre de Aproximación Maiquetía tener al YV-539-C a la vista y ver fuego, asimismo reporta a la Torre el hecho de avistar a los ocupantes con vida, aparentemente bien e informa las coordenadas del punto de impacto y ubicación de la aeronave y pasajeros siniestrados, estableciendo la siguiente posición 1048 latitud norte y 6702 longitud oeste y por supuesto, solicita se active con la debida celeridad el rescate de los sobrevivientes, este avión, el YV-440-C, permanece en el sitio sobrevolando aproximadamente por espacio de (1/2) hora, solicitando por radio de manera desesperada que enviaran rescate urgentemente. En tierra firme los compañeros de viaje de las víctimas del accidente desde el mismo instante que llegan al Aeropuerto de Maiquetía, corren desesperados buscando ayuda, preguntando quién o quiénes son los responsables de rescatar a las víctimas de accidentes aéreos, finalmente llegan a la División de Búsqueda y Salvamento (SAR) adscrita a la Dirección General de Transporte Aéreo del entonces Ministerio de Transporte y Comunicaciones (hoy Ministerio de Infraestructura) y le informan al personal de guardia lo que sucede, les piden ayuda, que vayan a recatar a sus amigos pero infortunadamente los oficiales de la división de Búsqueda y Salvamento, les manifiestan que ya estaban en conocimiento de lo sucedido, y que lamentablemente ellos no podían hacer nada porque no disponían de aeronaves para proceder al rescate y que le habían reportado el accidente al Comando de Guardacostas. El caos y la angustia imperante eran totales, el SAR, ente responsable de atender los accidentes aéreos, no disponía de servicios e instalaciones durante las 24 horas del día, tal como lo establece el Manual Guía de la Aviación Civil PNUD-OACI. RLA/86/031, carecía de los recursos necesarios para ir en búsqueda de los sobrevivientes, tampoco contaba con un plan de contingencia, ni siquiera contaba con los medios de comunicación comunes para poder establecer una coordinación directa entre las aeronaves y barcos civiles que participen en las operaciones SAR, tal como lo determina el punto 2.1.4 del citado Manual Guía de Aviación Civil.”

Indica que a pesar que a las 6:14 p.m., es decir, tan sólo catorce (14) minutos después de la caída del avión, el Coronel (AV) Pablo Pérez Pérez, para la fecha Director de Aeronáutica Civil fue avisado de lo que ocurría y éste a su vez le informó al General (AV) Pedro Pereira Olivares, entonces Director General Sectorial de Transporte, así como al Tcnel. (AV) Heward Almao Riera, Jefe de la División de Búsqueda y Salvamento (SAR), y al entonces Ministro de Transporte y Comunicaciones.

Refiere que “una muestra más del evidente desastre reinante y de la incapacidad de afrontar un hecho como el que nos ocupa, está lo sucedido aproximadamente a las 7:30 p.m., cuando alguien, desde la Capitanía de Puertos confundió las coordenadas donde cayó la aeronave, cambiándolas a 1040, 6720 en vez de 1048, 6702 que eran las correctas y ordenó a las embarcaciones privadas que habían entrado a colaborar con la búsqueda de los sobrevivientes que se dirigieran a ese punto, lo que significó recorrer 08 millas náuticas más allá del impacto”.

Expone que todo lo anterior “dio como resultado el saldo por todos conocido: el salvamento de Francesco Porco, único sobreviviente, cinco (5) horas después, la recuperación de los cuerpos sin vida de Fernando Guasamucare a las 11:39 p.m. de ese mismo día 20 de diciembre y de Iliana Gonzáles de Núñez a las 10:28 a.m. del día siguiente, es decir, el 21 de diciembre de 1997 y la desaparición de Erwin José Núñez Lara, Ricardo Batija, Leda Isabel Martínez Romero, Paola Cedres de Guasamucare, Víctor Ruiz Vera, Yelitza Arenas de Ruiz y Juan Cabeza. Obviamente el saldo antes mencionado (..) solo puede catalogarse de insólito y criminal, si tomamos en cuenta que el siniestro se produce a escasos diez o quince minutos por aire de la sede del órgano de socorro, el SAR, ubicada dentro de las instalaciones de la principal plaza aérea del país, es decir, el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, de intenso tráfico aéreo”.

Agrega a lo expuesto que al Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) se le informó de la emergencia por vía telefónica, ya que no contaba con bandas radiales de suficiente alcance para recibir y atender directamente sus propias emergencias.

Indica que “no sólo la carencia, y el abandono del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) fueron los causantes de esta tragedia, sino la falta de un plan de contingencia por parte de las personas llamadas a atender los accidentes y las emergencias aéreas como lo eran el entonces Ministro de Transporte y Comunicaciones, General de División Moisés Orozco Graterol, máxima autoridad de ese Despacho, quien de conformidad con la Constitución de 1961, tenía la atribución de ejercer la superior dirección, inspección y resguardo de los servicios de su Despacho, como lo era el SAR, así como el General Pedro Pereira Olivares, Director General de Transporte Aéreo, Pablo Pérez Pérez, Director de Aeronáutica Civil y el Coronel Heward Almao Riera, Jefe de la División de Búsqueda y Salvamento (SAR) quienes para la fecha del accidente eran las autoridades aeronáuticas”.

La representación judicial de los demandantes prosigue su narración de los hechos, relatando que:

“Mientras la confusión y el caso total reinaba dentro del ente responsable de rescatar a los ocupantes de la aeronave YV-539-C, Francesco Porco, Iliana González de Núñez, Erwin Núñez Lara, Fernando Guasamucare, Leda Isabel Martínez, Paola Cedres de Guasamucare, Ricardo Batija, Juan Cabeza, Víctor Ruiz Vera y Yelitza Arenas de Ruiz, luchaban por sobrevivir en la inmensidad del mar, batallaban con grandes olas, desesperados, asustados, heridos, quemados, esperando la ayuda, esperanzados en las palabras alentadoras de Ricardo Batija (piloto) quien les dijo que en cuarenta y cinco (45) minutos los rescatarían, porque ya estaban en conocimiento de la emergencia y del lugar donde habían caído, que los helicópteros los irían a buscar y que trataran de mantenerse juntos para poder ayudarse unos a otros y ser más visibles cuando llegaran a rescatarlos, esto según testimonio de Francesco Porco (el sobreviviente), quien también declaró que todos estaban relativamente juntos, que él, Iliana González y Juan Cabeza, estaban unidos, apoyados uno en el otro, y en cuanto a los demás, estaban más alejados de ellos, conformando otro grupo, estaban a la vista de ellos tres, pero las olas, altas y fuertes les impedían acercarse para agruparse en uno solo, por el contrario, cada vez se separaban más, hasta que llegó un momento en que los dos grupos se perdieron de vista como consecuencia del oleaje y la corriente. De igual forma narra Francesco Porco que los chalecos salvavidas no conservaban el aire por lo que era necesario inflarlos con la boca a cada momento; tan sólo quedaron él, Iliana González y Juan Cabeza, los demás se perdieron de vista en la oscuridad.

Juan Cabeza se hundió en el mar, Iliana González y Francesco Porco aun heridos como estaban lo buscaron un buen rato, pero no lo vieron más, lloraron de tristeza y de miedo, miedo porque eso también podía sucederles a ellos si el rescate no llegaba, Iliana y Francesco quedaron solos. Había oscurecido, cuenta el sobreviviente que Iliana González no podía inflar su chaleco, aparentemente tenía un golpe en la cara lo que le hacía imposible morder los tubos que tienen los chalecos para inflarlos, ella estaba desesperada, llamaba a gritos a su esposo (Erwin Núñez) estaba oscuro, no lo ubicaba, estaba asustada, lloraba, pedía ayuda a Dios, clamaba por sus hijos, decía que no podía dejarlos solos, le era difícil mantenerse a flote, -a pesar de saber nadar muy bien-, estaba aporreada y quemada por el impacto del avión con el mar, relata Francesco Porco que con el oleaje se les dificultaba mantenerse juntos, razón por la cual había instantes en que las olas los separaba y ellos nuevamente nadaban uno hacia el otro para mantenerse juntos, pero en un momento dado el oleaje los separó por un buen rato y Francesco perdió de vista a Iliana, ubicándola más tarde flotando boca abajo, nadó hacia ella para alcanzarla, le levantó la cabeza, la llamó, pero Iliana no reaccionó, estaba muerta. Muerte que según se evidencia del acta de defunción fue por inmersión, (…). El Cuerpo sin vida de Iliana González fue recuperado el domingo 21 de diciembre de 1997 a las 10:28 a.m.”.

Por su parte Francesco Porco, vivió la angustia y el terror que significó ver a sus compañeros de trabajo luchar por sus vidas y que sin embargo fallecieron, primero Juan Cabeza y luego Iliana González, fueron horas de intenso dolor, angustia, temor, frío, cansancio, incertidumbre, trataba de nadar hacia las luces de la costa que las veía cerca, pero no avanzaba, ya que aunado a las condiciones del mar había sufrido una luxo-fractura en la cadera izquierda razón por la cual la pierna izquierda flotaba en el agua y se movía sin control al vaivén de las olas, que le llevaban dicha extremidad incluso hacia su cara, el dolor, la angustia y el miedo a morir al igual que sus compañeros de trabajo se prolongó y durante más de cinco (5) horas, ya que Francesco Porco fue rescatado a las once y treinta (11:30) de la noche. Los demás ocupantes de la aeronave YV-539C no corrieron con la misma suerte de Francesco, como señalé anteriormente fueron recuperados los cuerpos sin vida de ILIANA MARGARITA GONZÁLEZ DE NÚÑEZ y de Fernado Guasamucare, aún quedaban siete personas por rescatar, operaciones de búsqueda que a exigencia de los familiares de las víctimas se prolongaron durante meses, pero fue en vano, ERWIN NUÑEZ LARA, Leda Martínez Romero, Víctor Ruiz, Paola Cedres de Guasamucare, Yelitsa Arenas, Juan Cabeza y el piloto Ricardo Batija, nunca fueron encontrados, desaparecieron.”.-Fin del Extracto.

Conclusion.

Foto miembros del Grupo de Rescate Venezuela, participaron en la busqueda.

Durante varios meses posteriores  al siniestro, grupos voluntarios de Rescate entre los cuales podemos señalar al Grupo de Rescate Venezuela, así como una gran cantidad de lanchas deportivas se abocaron a la búsqueda de los desaparecidos sin resultados satisfactorios.

Las cábalas esotéricas, no obstante, desaparecen en cuanto se exploran e investigan las verdaderas causas de los accidentes acontecidos en estas “zonas malditas”. La mayoría están asociadas a condiciones meteorológicas adversas, errores humanos, imprudencias varias y avionetas en mal estado. Sobre todas ellas se ha especulado mucho al respecto, sobre todo por no existir investigaciones serias y científicas que aporten los datos necesarios para su esclarecimiento definitivo.  

Según explican algunos  expertos, los pilotos están cada vez más preocupados, por los  fenómenos meteorológicos poco estudiados en el terreno de la aviación, como son por ejemplo las cizalladuras del viento, cambios bruscos de la dirección y velocidad de las corrientes de aire en pequeñas distancias y que suelen ocurrir en las zonas de la costa, o las ondas de montaña, corrientes que se forman al sotavento de las barreras topográficas cuando soplan vientos fuertes y perpendiculares a estas barreras. Todos estos fenómenos pueden provocar turbulencias repentinas, difíciles de prever, aunque, tal como aseguran los entendidos en la materia, es pronto para aventurar si un fenómeno de este tipo está detrás de estos accidentes ocurridos en la ruta aérea hacia Los Roques.

Foto del acta donde el TSJ demanda informaqcion sobre el caso VIPROCA.

 radiorescate