Retro-reseña: Memorias de un soldado.

Memorias de un soldado es una película estrenada en el año 2012 y dirigida por Caupolicán Ovalles. A pesar de tratarse de una cinta de corte histórico, pretende desarrollar contenido dramático consistente en diversas sub tramas y allí está uno de sus principales problemas, posee demasiadas y no logra desenvolverlas apropiadamente. Pero más allá de solo eso, estamos ante un proyecto llevado a cabo con mucha ambición pero de torpe ejecución. Los errores que comete son muy notorios y resulta difícil pensar en que puede aportar de manera positiva al espectador. A continuación, intentaré exponer y explicar las carencias de este largometraje.

Se nos transporta a 1814, durante la guerra de independencia de Venezuela, librada entre los patriotas y el ejército realista. Nuestro supuesto protagonista es Braulio, un joven soldado perteneciente a las filas patriotas, interpretado por el joven y fresco Erich Wildpret, quien luego de ser capturado por los españoles, es integrado a las fuerzas de la corona como condición para conservar su vida. Años después, con el establecimiento del tratado de armisticio, el conflicto se detendría. Es durante esta temporada de tranquilidad que Braulio conoce a Lucia (Marisa Román), una bella y encantadora mujer quien realiza operaciones secretas a favor de los patriotas. Gracias a ella, Braulio se dará cuenta de que tiene la oportunidad de regresar a su bando original una vez que el conflicto se reanuda. Así entonces, la película pretende contarnos las vivencias del joven soldado una vez vuelve a integrarse a la causa de su nación, hasta su participación en la batalla de Carabobo.

Este concepto resulta ser trivial. Debido a que desde el principio se nos deja en claro que Braulio siempre ha combatido contra su propia voluntad. Creció mientras luchaba en el bando patriota pero ni siquiera se nos muestra el cómo fue reclutado y que ideales aprendió. Por lo que podemos asumir que solo pelea por seguir ordenes. No existe un verdadero conflicto existencial u objetivo por perseguir cuando decide volver a formar parte del ejército venezolano, más que estar en la misma corriente que Lucia, de quien se enamora. Braulio acepta, de forma casi inmediata, servir de nuevo a su país, sin meditar acerca de su propósito en la guerra. La película no nos muestra si pertenecer al ejército realista afecto de alguna manera su estado mental o incluso, sus convicciones. Tampoco se nos enseña algún percance que haya podido tener con civiles venezolanos por vestir el uniforme español. Todo esto sería válido, ya que la película se llama Memorias de un soldado. Pero el punto de vista y las experiencias verdaderamente personales de su protagonista no son aprovechadas o siquiera proyectadas en algunos casos, más que pelear en la guerra.

Por cierto ¿Recuerdan que tildé a Braulio como un supuesto protagonista? Eso se debe a que varios de los acontecimientos de la cinta pudieran suceder, tranquilamente, sin su presencia.  Tomando en cuenta que estas son sus memorias, sus recuerdos, debería participar constantemente en el desarrollo. Sin embargo, las sub tramas más atrayentes no cuentan con mucha de su intervención. Como por ejemplo: El hermano de Lucía, el joven Marcos (Lance Dos Ramos), decide servir a su patria en la guerra a pesar de su corta edad. Esto sin la aprobación de sus familiares y cercanos. Además, el primo de ambos, Andrés (Luciano D` Alessandro) resulta ser un soldado perteneciente al ejército realista. Hecho que genera tensión entre los dos varones. Dos sub tramas sólidas que bien pudieran haber sido los temas centrales del filme, teniendo a Lance Dos Ramos como protagonista. Quien por cierto, guarda un semblante similar al de Tom Cruise. Algo Curioso. Pero estas historias alternativas podrían iniciar, desplegarse y culminar, sin que exista siquiera el personaje principal ya abordado.

A pesar de esto, Erich Wildpret y Marisa Román protagonizan una sub trama romántica. Pero esta se siente verdaderamente forzada. Interactúan un par de veces y a pesar de que sus charlas son cortas y no resultan en nada especial, empiezan a sentir algo, uno por el otro. Más tarde, tienen un encuentro tenso a causa de la labor de espionaje de Lucia. Finalmente, se citan, pues Braulio desea informarle que volverá con el ejército patriota  y tal vez no regrese del campo de batalla… Y terminan besándose de manera apasionada ¿Confundidos? Tranquilos, yo también lo estuve cuando vi esa escena. Siendo sinceros, no existe química alguna entre ambos actores. Han trabajado juntos en otras producciones, sin embargo, no parecen funcionar como pareja, al menos en este caso. Realmente, el rol de Lucía no es el apropiado para Marisa Román. Ella es una actriz muy guapa,  versátil y personalmente, una de mis favoritas en el panorama nacional. Su simpatía y encantadora presencia le permite interpretar personajes muy interesantes, sin la necesidad de características activamente heroicas como el espionaje. Me atrevería a decir que en esta película, ella se encuentra descontextualizada.

Volviendo a nuestro protagonista, debemos decir que tiene una activa participación en las escenas de batalla. El problema es que tampoco se desenvuelve del todo bien en ellas. La dirección de estas secuencias es mediocre, con coreografías muy poco convincentes y en las que hay brotes de sangre claramente generada por computadora.  Espadas que atraviesan estómagos de manera tan falsa que resulta extraña a la vista.  Múltiples cortes que pretenden agregar dinamismo pero que en lugar de eso, solo logran un ritmo más confuso. Muertes que aparecen de un momento a otro, de manera bizarra, a través de elipsis. Incluso hay una escena en la que Lucia le propina una cachetada a Braulio, la cual se ve tan fingida, que lejos de brindar tensión, resulta cómica de manera involuntaria. A pesar de su eficiente desempeño en combate, el personaje principal ni siquiera hace algo realmente destacable durante estas horribles secuencias de batalla, más que matar soldados realistas que en este caso son carne de cañón. Por cierto, Braulio es diestro en combate porque el guión así lo exige. Pero si prestan atención, verán que la técnica con la espada del actor Erich Wildpret a veces consiste en movimientos sospechosamente similares a los que hacemos cuando queremos matar a un zancudo utilizando una almohada. La cámara se mueve de manera alocada en esos momentos, haciéndonos sentir que estamos en la misma habitación e intentamos esquivar esa peligrosa almohada, pues podrían golpearnos con ella en la cara en un intento de darle al zancudo.

Esto no significa que Wildpret no pueda interpretar un rol heroico. Al contrario. Su porte es el adecuado para meterse bajo la piel de un joven recluta de carácter animoso e impetuoso. Quien gracias a sus peculiares actitudes es capaz de mantener enérgicas escenas de pelea mientras entretiene al espectador con sus ocurrencias. Para luego establecer un tierno romance con su co-protagonista femenina. Este pudo haber sido el tratamiento adecuado para su personaje en la cinta, sin embargo, en su lugar tenemos a un militar demasiado rígido que incluso parece aburrido estando en escena. Probablemente esa fue la intención del director, ya que se nos da a entender que Braulio ha combatido sin descanso y sin propósito claro por años, pasando de un bando a otro. Pero, de nuevo,  quizás esta no fue la mejor idea para iniciar una historia.

Hablando de talento desperdiciado, Luciano D’ Alessandro es un actor apuesto y carismático, con el entusiasmo y versatilidad suficientes para interpretar a un héroe imponente. No así, tiene el papel de un soldado realista. Su interrumpida presencia en pantalla evita que pueda destacar como verdaderamente sabe hacerlo. Este actor está hecho para roles protagónicos, no para secundarios.

Si algo positivo puede decirse de este largometraje, eso es su vestuario. Los uniformes de los militares son llamativos y llevan muchos detalles. También existen algunos personajes secundarios interesantes, como Casimiro (Asdrúbal Melendez) un gitano que ofrece espectáculos ambulantes y vende remedios milagrosos (lo que se conoce como Medicine Show), también está Juan de Dios (Jesús Seijas), un rebelde del ejercito patriota, frío y aguerrido, que desconfía de Braulio por su pertenencia anterior al bando realista. La banda sonora que acompaña el metraje es decente, sin embargo, también resulta difícil de notar y recordar. Realmente, está mal ubicada entre escenas.

A pesar de su potencial, esta película histórica y dramática, no resulta nada emocionante ni conmovedora. Su ritmo se vuelve tan lento y pesado, que la experiencia llega a ser similar a sentarse en la sala en una reunión familiar y que el abuelo sienta deseos de contar sus viejas anécdotas de la escuela militar. Las cuales ya les ha contado una decena de veces pero él considera, por alguna razón, que a la treceava vez se vuelven más interesantes. Esa es, exactamente, la misma sensación que produce esta cinta. La cual, además, tuvo el infortunio de salir dos años después de Taita Boves, de Luis Alberto Lamata. Por lo que las comparaciones son inevitables. Y ante la fotografía llamativa, sorprendentes efectos especiales e intensa actuación de Juvel Vielma como el cruento José Tomás Boves, Memorias de un soldado pierde por nocaut.

Calificación final para esta película: 1.9 puntos de un máximo de 5

Raúl Briceño