La comunidad LGBT en el Cine Nacional.
En la reciente década, la presencia de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales) se ha vuelto muy notoria en diversos ámbitos de nuestra sociedad. Tales como: Política, ciencia, arte y espectáculo. Dicha presencia, puede ser juzgada como positiva o negativa dependiendo del punto de vista de cada individuo, que puede ser liberal o conservador. Sin embargo, a pesar de ser un tema polarizado, resulta indiscutible que esta presencia ha sido recibida con mayor aceptación por parte del ojo público de lo que lo hubiera sido hace 20 o 30 años.
Al observar el panorama en el área artística, podemos notar la existencia de numerosas representaciones de la comunidad LGBT en libros, telenovelas, series y por supuesto, películas. Si nos enfocamos en esta última plataforma, podemos mencionar algunas obras recientes que abordan el tema de una u otra manera. A pesar de que las sociedades venezolanas han mantenido valores conservadores desde muchas décadas, los artistas del cine moderno han planteado y desarrollado ideas que abogan por la tolerancia y la auto aceptación. Tal es el caso del director Miguel Ferrari y su película Azul y no tan rosa estrenada en el año 2012. Esta cinta proyecta de manera dramática (con un estilo similar al de las telenovelas contemporáneas) la relación entre Diego, un fotógrafo de arte y modas interpretado por Guillermo García Alvarado, con su hijo Armando, un adolescente amargado e inseguro de sí mismo a quien el joven actor, Ignacio Montes, da vida. A poco más del inicio del filme, ambos individuos apenas se están reencontrando luego de varios años de separación a causa de que Diego se divorció de su esposa y procedieron a tomar caminos separados.
La película no solo desarrolla los incidentes de la difícil relación entre un padre homosexual y su hijo reservado y lleno de complejos. También aborda el tema de la responsabilidad paternal, pues Armando está muy resentido con Diego, quien prefirió enfocarse en su carrera y vida amorosa luego del divorcio, en lugar de mantener un lazo estrecho con su hijo. Lo había abandonado.
Azul y no tan rosa es un largometraje de claras ideas progresistas. Promueve la aceptación personal así como la del prójimo. Intercede por el respeto y la tolerancia hacia aquellos cuya orientación sexual es distinta a la nuestra. Pero si lo que buscamos es un enfoque distinto, que haga apología a la búsqueda de la felicidad y el confort, la alternativa más apropiada es Liz en septiembre (2013) película dirigida por Fina Torres. Este largometraje se centra en Liz (Patricia Velásquez), una hermosa y joven modelo que por desgracia, tiene los días contados pues padece de una enfermedad terminal. Ella se reúne con su grupo habitual de amigas (todas lesbianas) en una posada en la playa de las islas de Morrocoy para celebrar su cumpleaños. Casualmente, allí también se hospedará Eva (Eloísa Maturén), una mujer casada con una vida vacía y que acaba de atravesar la difícil perdida de un hijo. Liz no conoce de nada a Eva, sin embargo, una atracción hacia ella surge cuando se topan e interactúan por primera vez. Liz intentará atraerla y hacer que forme parte de sus últimos días de vida mientras que Eva irá descubriendo bellezas y placeres que nunca antes había considerado.
Este filme, que cuenta con una historia cálida, también posee la habilidad de colocarnos bajo la piel de su protagonista, de modo que se percibe como una experiencia propia. Esta percepción se logra gracias al guión. La experiencia de Eva es una búsqueda personal en áreas que habría considerado distantes en su vida cotidiana, esto tanto en el ámbito geográfico como sexual. Al poseer tantos elementos dramáticos y un punto de vista tan particular, es un largometraje que se consume y disfruta como si se tratase de una obra literaria. Un espectáculo audiovisual igualmente interesante es Tamara (2016) dirigido por Elia Schneider. Este drama, basado en hechos reales, nos muestra a Tamara Adrián (interpretada por Luis Fernández), la primera diputada transgénero elegida en Venezuela y también, de toda América latina. Al ser este un tema poco común en nuestra cinematografía, el filme pretende ser un reflejo de la situación íntima de las personas transexuales así como también él como afecta a quienes los rodean. Esto puede llegar a ser algo muy difícil para ambos grupos. Sin embargo, como ya mencionamos, la película toma como base, la historia de Tamara Adrián, personalidad perteneciente a nuestros dirigentes políticos. Por lo que también puede recordarnos el rol que desempeñan los individuos de la comunidad LGBT en nuestros tiempos a nivel profesional y ciudadano.
En la opinión de este redactor, la homosexualidad y el cambio de sexo resultan ser temas que pueden utilizarse para reforzar el argumento de una obra audiovisual, debido a la implicación de la gran carga emocional que poseen. Sin embargo, a veces resulta difícil realizar historias originales con el uso de dichos tópicos, pues se trata de situaciones que germinan en el ámbito personal y resultan bastante comunes. Sin embargo, todas las películas antes descritas, lograron abordar el tema de forma eficaz, desempeñando un muy buen esfuerzo artístico, hablando de manera objetiva.
Aun así, todo se reduce a las posturas propias. La libertad que estos cineastas tienen para expresar ideas liberales, es también la que posee la audiencia para apoyarlas o cuestionarlas. Esta diferencia de opiniones e intercambio de ideas es positivo y contribuye a la evolución de nuestro cine venezolano, al adquirir tal importancia social. Como también resulta benéfica la iniciativa de trabajar sobre temas antes ajenos a nuestras películas, como la diversidad sexual. Este es otro factor más en pro de la ya mencionada evolución que esperamos, siga adelante y no se detenga.
Raúl Briceño