Tragedia del Liceo Militar Jauregui. (Junio de 1984).

En esta oportunidad en la sección “tragedias ocurridas en Venezuela” casos históricos, estaremos tratando un suceso que enluto al país en Junio de 1984. Se trata de la tragedia del Liceo Militar Jauregui, ubicado en la población de la Grita del Estado Táchira.

Un poco de Historia.

La educación a principios del siglo XX en Venezuela era un lujo al que pocas personas podían acceder. Mucho más para los muchachos nacidos en la zona de La Grita y sus alrededores, quienes tenían que dirigirse a las ciudades de San Cristóbal,  Mérida o Caracas para lograr recibir una educación media.

Fue entonces en el año de 1936, en la población de La Grita ubicada en el Estado Táchira  cuando se crea el Instituto Jauregui.

Cuentan que por muchos años flotó en el ambiente “Gritense” la urgente necesidad de crear un Instituto de Educación Media, que garantizara la continuación de los estudios a la mayoría de los jóvenes de ambos sexos que no podían hacerlo en la capital del estado, por sus precarias condiciones económicas.

Luego de transcurridos 15 años,  en Septiembre de 1951 el antiguo Liceo Jauregui fue mudado para el edificio donde actualmente funciona el Liceo Militar,  y  el 26 de Septiembre de 1952  fue reinaugurado como el primer Liceo Militar construido en Venezuela, esto en el marco de los planes educativos del gobierno de la época, el cual encabezaba Germán Suárez Flamerich, quien fuera sustituido por el General Marcos Pérez Giménez el 2 de Diciembre de 1952.

Hoy en día su lema sigue siendo;  «Dios y Patria Ciencia y Deporte».

Una tragedia que marco su historia.

Después de 32 años de trayectoria, el nueve de junio de 1984, una tragedia enluto a la comunidad del liceo, poblaciones aledañas a La Grita, a la capital del estado Táchira y a toda Venezuela. Un autobús con 41 estudiantes del Liceo Militar Jauregui de La Grita, cuando pasaba por el puente denominado “Las Pavas”, cerca de la población de La Fría, su chofer perdió el control y el mismo se precipito al vacío, ocurriendo el fatal accidente. No solamente murieron treinta y tres jóvenes, sino también el conductor del autobús.

La triste noticia apareció en todos los diarios de circulación Nacional, conmoviendo a gran parte del País.

Un sobreviviente nos cuenta su experiencia.

Hoy transcurridos 35 años de aquel fatídico y triste suceso, Gerson Darío Camacho Rolón, ex alumno del Limijau y sobreviviente del aparatoso accidente, nos relata su testimonio aún conmovido por lo sucedido. Cuando apenas tenía 13 años de edad, estudiante para ese entonces del segundo año de bachillerato, el destino le deparó ser actor, además presenciar este siniestro y estar al borde de la muerte. Quedando como uno de los ocho sobrevivientes de este trágico y lamentable accidente.

Ese día un sábado nueve de junio de 1984; como era costumbre, los autobuses llevaban a los estudiantes hacia las ciudades de San Cristóbal, Mérida y otras poblaciones aledañas.

«Yo aborde el transporte que nos trasladaba a San Cristóbal, salimos del liceo como a las diez de la mañana; durante el viaje, algunos íbamos durmiendo; cuando pasamos por la central de Las Mesas de Seboruco, ya llegando al sector Las Pavas, desperté al escuchar los gritos de mis compañeros», expresó Camacho.

Aparentemente, el chofer perdió el control debido a fallas mecánicas y por no dirigirse involuntariamente hacia la autopista, repleta de vehículos, trató de encunetarse, perdiendo el control, cayendo con todos sus pasajeros en lo profundo del abismo que cruza el puente que se encuentra en esa zona. El autobús quedó completamente en posición vertical.

La leyenda.

“El niño de la carretera”.

Corría el frío Diciembre en las Poblaciones de San Cristóbal y Mérida, cuando el señor Juan Hernandez quien se dedicaba al trabajo de conductor de tráfico pesado –camionero-, le toco  cubrir la ruta entre las dos ciudades antes mencionadas y durante el trayecto debía pasar por la entrada de una pequeña población llamada La Grita. Eran ya alrededor de las 7 de la noche cuando a un lado de la carretera el señor Juan logra divisar a un niño de alrededor de unos 13 años de edad que le hacía señas para que se detuviera, al observar la hora y con preocupación el señor Juan se detuvo e invito al niño a subir a su camión y una vez a bordo del vehículo le pregunto:

-¿Qué haces tan solo a esta hora de la noche?

El niño le contestó:

-Estaba esperando a alguien que me diera “la cola” hasta el Liceo Militar Jauregui que está en La Grita, pero nadie se paró. Muchas gracias señor!-

El señor Juan miró con una sonrisa al niño y le dijo:

-Yo no estoy apurado en llegar a Mérida así que te haré el favor de dejarte en La Grita-.

Reanudando nuevamente la marcha y transcurrido un corto tiempo,  Juan se animó a preguntarle al niño su nombre.

 -¿Cómo te llamas?.

El niño se sonrió ligeramente y sin verle al rostro le contestó:

-Me llamo Omar Gómez.-

El niño parecía ser de pocas palabras, muy serio, triste  y siempre con la mirada fija sobre el parabrisas del camión. Juan sospecho que quizás el niño no quería conversar, pero aparte de este comportamiento, cada vez que observaba al niño así fuera por su vista periférica, sentía un frío enorme en su cuerpo que le recorría de pies a cabeza, e inclusive esta sensación le erizaba los vellos de su piel.  Pero haciendo caso omiso a esta extraña sensación que lo embargaba cada vez que miraba al niño, Juan continúo conduciendo su camión por la carretera en ruta hacia la población de La Grita. 

Aparte de la emisora que sonaba a bajo volumen, el silencio en la cabina del vehículo era total,  hasta que transcurrido un lapso de más o menos una hora, Omar se inclinó lentamente y se atrevió a cambiar la estación de radio, en la cual sonaba una melodía un tanto alegre, buscando en el dial otra emisora y colocando una música más suave, inclusive triste. Nuevamente Juan sintió aquel frio que le recorría el cuerpo y erizaba su piel. Pero de nuevo hizo caso omiso a esta extraña sensación y siguió conduciendo su camión.

Ya cerca del Puente de “Las Pavas”, Juan noto que los escalofríos de su cuerpo se hacían más intensos y Omar comenzó a mostrarse un poco inquieto. Luego de pasar dicho puente y con la mirada fija en el camino, Juan le pregunto al niño;

-¿Hijo quieres que paremos para tomar Algo?-

Al no obtener ninguna respuesta y sin quitar la mirada del camino, pregunto de nuevo.

Sorprendido por la falta de respuesta volteo hacia su derecha donde estaba el niño y su sorpresa fue impactante al ver que  Omar había desaparecido como por arte de magia.

Juan, exaltado, confundido y lleno de temor continúo su viaje y al llegar a La Grita estaciono su camión al frente de una Arepera, se bajó, entro y pidió un café. Mientras era atendido le contó lo sucedido al empleado y este le contesto:

Hace muchos años, en 1984 en el puente “Las Pavas” hubo un accidente con un autobús lleno de jóvenes que pertenecían todos al Liceo Jauregui, e iban hacía sus casas para unos días de receso, pero llegando al Puente el chofer debido a fallas mecánicas perdió el control del autobús y para no ir a terminar en la autopista llena de automóviles, dirigió el mismo al puente, cayendo al vació y falleciendo 33 estudiantes y el chofer.   Desde ese fatídico accidente son muchas las personas que transitan por ese sector y cuentan experiencias similares a la suya.

 Al parecer son almas que quedaron en pena y se les aparecen a los conductores que pasan por esa ruta pidiéndoles  “una colita” hasta el liceo Jauregui, pero cuando llegan al puente “Las Pavas” se esfuman, se desaparecen.

WALL

Radio Rescate