Tragedia de San Bernabé. Terremoto 1641. 379 años.
Caracas 11 de Junio.-
Tenemos que tomar muy en cuenta siempre, que los eventos sísmicos representan uno de los mayores riesgos potenciales en Venezuela en cuanto a pérdidas humanas y económicas. En la actualidad, aproximadamente un 80% de la población vive en zonas de alta amenaza sísmica, variable que aumenta el nivel de riesgo, haciéndolo cada vez mayor a medida que se eleva el índice demográfico y las inversiones en infraestructura.
Desde la fundación de los primeros asentamientos coloniales en el Siglo XVI, el país ha sufrido los efectos de los terremotos. Su historia sísmica revela que durante el período comprendido entre los años 1530 y 2004, han ocurrido más de 130 eventos sísmicos, los cuales han provocado algún tipo de daño en varias poblaciones venezolanas.
En Venezuela, la zona de mayor actividad sísmica corresponde a una franja de unos 100 km de ancho, definida a lo largo de los sistemas montañosos de Los Andes, la Cordillera Central y la Cordillera Oriental, lugares en los que se ubican los principales sistemas de fallas Sismo Génicas del país: Boconó, San Sebastián y El Pilar, respectivamente.
Además de este sistema de accidentes tectónicos, existen otros sistemas activos menores (por ejemplo: Oca-Ancón, Valera, La Victoria y Urica) capaces de producir sismos importantes.
Los sistemas de fallas de Boconó – San Sebastián – El Pilar, han sido propuestos como el límite principal entre las Placas Caribe y América del Sur, causante de los sismos más severos que han ocurrido en el territorio nacional.
La tragedia de San Bernabé.
Introducción.
El 11 de junio de 1641 un potente sismo con una magnitud estimada de 6,3 que afectó a las poblaciones de Caracas y La Guaira. Se trató del primer terremoto histórico que afecto la ciudad capital. Este sismo que atemorizó a los caraqueños, se registró entre las ocho y nueve de la mañana.
Santiago de León de Caracas siempre ha sido una ciudad de riesgos. Fundada en 1567, en un valle fértil, pero de topografía abrupta, sometido a la acción Sismo Génica del sistema de fallas de San Sebastián y otras fallas subordinadas o menores. Caracas ha padecido a lo largo de cinco siglos de historia más de 700 sismos sentidos y 4 terremotos destructores; a saber, el sismo del 11 de junio de 1641; los terremotos del 26 de marzo de 1812; el sismo del 29 de octubre de 1900 y el terremoto del 29 de julio de 1967. Además, durante el siglo XVIII, la ciudad fue sacudida por el terremoto del 21 de octubre de 1766, importante evento sísmico con epicentro en la región nororiental del país cuyos efectos sobre Caracas fueron moderados.
Según lo anterior, analizaremos el sismo del 11 de junio de 1641 bajo las perspectivas de la sismología histórica y de la historia urbana considerando los siguientes objetivos: describir los efectos del terremoto en Caracas; analizar su impacto en la evolución urbana de las ciudades.
Terremotos y ciudades.
A mediados del siglo XVII, Caracas era extremadamente vulnerable ante la ocurrencia de un terremoto. La penuria económica que marcó los primeros tiempos de la ciudad no alentaba la excelencia constructiva ni la expansión urbana. Caracas crecía lentamente en un valle fértil pero de topografía accidentada; la trama urbana estaba limitada al oeste por la quebrada Caroata, al este por las quebradas Catuche y Anauco, y hacia el sur por el río Guaire. Estos cursos de agua no solo sustentarían a la ciudad, sino que serían los mayores obstáculos a su expansión en sentido este oeste hasta mediado el siglo XVIII, y hacia el sur hasta finales del XIX.
El proceso de asentamiento fue extremadamente arduo en aquel territorio virgen de toda traza urbana, que además no producía metales preciosos y sostenía una agricultura más bien doméstica, que a duras penas alcanzaba a cubrir las necesidades de los pobladores. Además, hay que considerar que la ciudad surgió prácticamente de la nada y que todo estaba por hacerse: era menester acondicionar el terreno y acarrear materiales de construcción, delimitar y asignar los solares, construir casas y templos, trazar calles y fabricar acequias para surtir de agua a los habitantes. Otros factores que definieron el panorama caraqueño durante este periodo, fueron las plagas, las epidemias y los piratas. Durante largos años, las edificaciones de la ciudad fueron endebles construcciones de madera cubiertas de barro y paja y su estructura urbana mantuvo un esquema anárquico y precario, según relatan Juan de Pimentel o fray Juan Manuel Martínez de Manzanillo. Sin embargo, a lo largo del siglo XVI la ciudad creció lentamente consolidando los patrones e instituciones propias de la sociedad colonial.
La Guaira, que desde sus inicios fue el puerto de Caracas, fue fundada en un emplazamiento desfavorable en cuanto a la amenaza sísmica por cuanto se encuentra ubicada muy cerca del sistema de fallas de San Sebastián. Al mismo tiempo, la ciudad despliega su traza urbana irregular sobre una estrecha franja de tierra ubicada entre el mar Caribe y las faldas del cerro el Ávila. Tales condiciones geográficas hacen de La Guaira una ciudad muy vulnerable ante los efectos geológicos inducidos por un sismo: licuación, movimientos de remoción en masa, grietas en el terreno, tsunamis y marejadas.
El terremoto en Caracas.
Como señalamos anteriormente, el primer sismo importante registrado históricamente en la ciudad de Caracas –del que se tenga conocimiento-, ocurrió aproximadamente entre las 8 y las 9 de la mañana del 11 de junio de 1641, el día de San Bernabé. Según las observaciones del obispo Mauro de Tovar, el terremoto ocasionó grandes destrozos en Caracas y La Guaira, dejó un saldo fatal de 54 muertos en la primera y 30 en la segunda y ocasionó además el consiguiente pánico en los habitantes de ambas poblaciones. Los hitos urbanos de Caracas; es decir, aquellos edificios que representaban el poder de la corona y de la iglesia y que eran asiento de la educación y de la cultura colonial fueron destruidos o sufrieron daños severos. Otro tanto ocurrió con buena parte de las viviendas de piedra, tapia y rafa que quedaron, en su mayoría, inhabitables. En el plano que se presenta a continuación se puede apreciar la distribución espacial de los daños sobre la trama urbana de Caracas.
Al norte, destaca la destrucción del Hospicio de los Mercedarios, en la actual esquina de Amadores en La Pastora. En los alrededores de la plaza mayor se observa la concentración de edificios destruidos como la iglesia de San Mauricio, el Seminario y las Casas Reales o, severamente dañados como la catedral, el convento de las monjas concepciones y la iglesia y el convento de San Francisco.
La catedral se agrietó en diferentes partes y cayeron la Capilla Mayor y el campanario. La iglesia de las monjas concepciones quedó muy deteriorada, sufriendo desplomo de los muros y colapso del coro. La iglesia de San Francisco quedó prácticamente destruida, en tanto que la parte alta del convento colapsó quedando el resto del edificio muy deteriorado con grietas y desplomos. El edificio que menos sufrió, en el casco central, fue el convento de San Jacinto, cuya estructura quedó en pie. Hacia el sur, se aprecia el colapso del Hospital Real de San Pablo, construido en 1604.
El terremoto en La Guaira
La información referida a los efectos del sismo en La Guaira es escasa e imprecisa, dificultando la labor de generar el plano correspondiente. El gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor relata, sin mayores detalles, que en esta ciudad no quedó en pie ni casa ni iglesia alguna y que el fuerte del puerto de La Guaira, una endeble estructura con muros de tierra, resultó asolado. Considerando que La Guaira tuvo un papel significativo en el sistema defensivo del Caribe resulta comprensible que la primera preocupación del gobernador fuese la reconstrucción de dicha fortaleza cuyos costos alarmaron de sobremanera a los oficiales reales, de modo que las reparaciones no culminaron sino hasta diciembre de 1647.
Después del terremoto.
Un documento del año 1645, señalaba que Caracas quedó destruida a tal punto que los vecinos quedaron imposibilitados de reedificar sus casas. El terremoto alteró notablemente el paisaje urbano caraqueño. La ciudad quedó reducida a un conjunto de edificios ruinosos, escombros y frágiles casas de madera y barro, al menos durante las tres décadas posteriores al sismo. Las limosnas de los empobrecidos vecinos apenas alcanzaron para principiar la fábrica de los templos y conventos rendidos por el sismo, así que dominicos, franciscanos y mercedarios hubieron de dirigir sendas peticiones al rey solicitando contribuciones significativas.
En esta difícil coyuntura, vecinos y religiosos levantaron precarias casas, iglesias y conventos de bahareque: una auténtica arquitectura de emergencia, definida por la accesibilidad de los materiales y la rapidez con que se podían levantar las obras que permitirían resguardar personas y bienes mientras se procedía a una reconstrucción en toda regla, lo que constituyó un proceso difícil, marcado por la falta de dinero, la escasez de materiales de construcción y de mano de obra calificada. Fray Mauro jugó un papel importante obstaculizando los intentos por reconstruir la catedral y la casa hospicio e iglesia de los padres mercedarios.
Estos últimos habían levantado una iglesia provisional de bahareque junto a las ruinas de su templo, pero sin solicitar el permiso del obispo quien se apersonó en el lugar acompañado de clérigos armados y procedió a incendiar la precaria construcción para luego apoderarse de los escasos ornamentos de la iglesia. La reedificación de la catedral también requirió largos años, no sólo por la penuria material sino también por la intervención negativa y agresiva de fray Mauro, que no cesó de poner obstáculos a la fábrica de la catedral e incluso -según el informe que el gobernador Pedro León Villarroel remitió al rey, en 1651-, se apropió de las rentas del convento de monjas, las cuales estaban destinadas a ese fin.
En 1654, la catedral aún era una frágil construcción de madera y barro y apenas en 1674, el arcediano Miguel Núñez y Guzmán, lograría con sus propias rentas construir la torre y dotar a la catedral de ornamentos. Ese mismo año, el obispo Antonio González, dispuso la fábrica de la capilla mayor de la catedral, tarea para la cual reunió materiales adecuados a la importancia del edifico y envió a la isla Española una solicitud de oficiales artesanos que pudiesen ocuparse adecuadamente de las obras en curso. En 1651, la iglesia de San Francisco comenzó a reedificarse gracias a las limosnas de algunos devotos que permitieron iniciar la fábrica de la iglesia; sin embargo, la falta de mano de obra calificada constituía un serio impedimento para llevarla a buen término. En estas circunstancias, el síndico del convento logró que los Alcaldes concediesen a la comunidad de franciscanos la administración, durante 12 años, de doce indios hábiles en el oficio de albañilería, sorteando así aquella dificultad y prosiguiendo con la fábrica.
Mudar a Caracas o mudar de costumbres.
Debido a la ruina producida por el sismo, el gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor, propuso mudar la asolada ciudad de Caracas hacia la sabana de Chacao para protegerla de futuros terremotos. Sin embargo, la propuesta suscitó la agresiva oposición del obispo Tovar, quien adujo que una mudanza no protegería a Caracas de futuros terremotos, porque estos eran causados por la ira de Dios y aquella era lo bastante larga para alcanzarlos donde quiera que fuesen. Por el contrario, mudar las costumbres impías de los caraqueños por otras piadosas, sí resultaría un remedio antisísmico eficaz, ya que los vecinos dejarían de merecer semejante castigo. Finalmente, la mudanza fue prohibida por real cédula del 15 de noviembre de 1642 y Caracas persistió largamente en su emplazamiento original. Los destrozos provocados por el sismo de San Bernabé repercutieron significativamente en una Caracas que crecía muy lentamente y cuya población no superaba la cifra de 6.000 habitantes. La segunda mitad del siglo XVII estaría marcado por las consecuencias del sismo de 1641, por dificultades económicas, por epidemias y plagas diversas y por la amenaza de los piratas.
Arellano Moreno (1967) califica estos años como uno de los momentos más difíciles en la vida de la ciudad. Pese a todo, a finales del siglo XVII la ciudad emergía lentamente del marasmo: la estructura urbana caraqueña y su vialidad, pasaron a ser regulares y proporcionadas.
Cabe destacar que el sismo de 1641 ocurrió en un contexto histórico caracterizado por una altísima vulnerabilidad que se expresaba en varios niveles, siendo muy sensible en cuanto a las condiciones técnicas, económicas y políticas. Esta precariedad previa a los terremotos, sumada al nivel de los daños, impidió que se planteasen innovaciones constructivas o urbanísticas relacionadas con la probabilidad de sismos futuros. No obstante, pese a sus tremendos efectos, el terremoto de 1641 no propició un cambio de emplazamiento, ni produjo alteraciones significativas en la morfología de Caracas, que entró al siglo XX conservando tanto el trazado regular en el centro fundacional como su tipología constructiva. De la misma manera, los hitos urbanos como la plaza Mayor, la Catedral y el templo de San Francisco, permanecieron en sus ubicaciones originales.
Evaluación de este terremoto.
En líneas generales, el terremoto de 1641 no ha sido suficientemente estudiado. Esta situación se debe principalmente, a la cantidad y calidad de las fuentes de información disponibles. Sobre este punto hay que advertir que los resultados de la sismología histórica varían en función de los materiales y los métodos: la nueva evidencia documental o la aplicación de nuevos métodos suele modificar los valores de intensidad, magnitud y la localización epicentral de los terremotos históricos.
Autoras;
Alejandra Leal Guzmán; Profesora, Doctorado en Urbanismo y Antropóloga. FUNVISIS.
Raquel Vásquez; Profesora, Gestión de desastres, Estadista, Física. FUNVISIS.
Radio Rescate