¿Podemos ser exigentes con el cine venezolano?.

El conformismo es una actitud peligrosa. Auto convencernos de que podemos aprobar algo mediocre; o que resulta imprudente demandar mayor calidad, debilita nuestro criterio crítico y reduce las ambiciones de quienes desean emprender un proyecto. Sin embargo, la sobre exigencia tampoco es el camino indicado. No puedes forzar a un niño pequeño, que apenas aprende a pronunciar sus primeras palabras, a que cite un verso completo de H. P. Lovecraft, con una perfecta dicción. Estarías esperando una hazaña imposible de realizar para tan joven individuo.

Ambas ideas pueden transportarse fácilmente al mundo del arte. Especialmente en el terreno del cine. Todos esperamos  ansiosos por la próxima película de Quentin Tarantino, pero debido a que sentimos una admiración justificada por el excéntrico director, esto quiere decir que no aceptaremos una obra que se encuentre por debajo de la calidad de sus películas anteriores. Quizá nos agrade Once Upon a Time in Hollywood pero si esta no resulta tan divertida e ingeniosa como Pulp Fiction o The Hateful Eight,  sino que simplemente es ´´buena«, entonces terminará creando un sabor agridulce en nuestras bocas.

     No obstante, un cineasta amateur es un caso muy distinto. Hacer una película no es una tarea sencilla. La opera prima es la carta de presentación del artista ante el mundo, por lo que intentará dar lo mejor de sí para poder ofrecer un largometraje de gran calidad. A pesar de ello, como audiencia, sabemos que se trata de un proyecto humilde. Por lo que solemos concentrarnos en mirar el potencial artístico y perdonaremos las posibles carencias del filme, causadas por la falta de experiencia previa. Tomando esto en cuenta, la pregunta clave es la siguiente: ¿Hacemos este procedimiento de evaluación flexible con el cine venezolano?

La respuesta es sencilla: No.

Por lo general, somos mucho más rigurosos a la hora de evaluar el producto local. Incluso, algunas personas pueden llegar a ser pre juiciosas y desestimar nuestro cine venezolano sin siquiera saber lo que tiene para ofrecer, por el simple hecho de haber sido fabricado en casa. Las películas nacionales han sido acusadas, innumerables veces de ser aburridas, vulgares, violentas y repetitivas. Aunque, estas críticas no necesariamente son malintencionadas. Muchos de estos detractores desearían que nuestra cinematografía cambiase para bien, mejorase. El problema con estas personas es que están convencidas de que no tenemos buenas películas; o al menos, talento para hacerlas.

     Por otro lado, están los auténticos destructores. Quienes sienten indiferencia por nuestros filmes pero no se contienen cuando tienen la oportunidad de vejarlos. Esta postura de querer destrozarlos por gusto es, en muchos casos, irracional. Sin embargo, existen aquellos miembros del público que aun tienen esperanza y son capaces de ver la belleza de la cinematografía nacional e incluso pueden mencionar 2 o 3 buenas películas. Entonces ¿Cuál es la manera correcta de evaluar nuestro cine venezolano? Debemos tomar en cuenta lo mucho que ha cambiado durante los últimos años. Actualmente, pocas cintas poseen el tema de la delincuencia como idea principal. Y más allá de ser vulgares, los directores de nuestra generación (y la anterior) se han enfocado en reflejar la verdadera naturaleza del venezolano en los proyectos audiovisuales. O bien, de presentar una visión profunda y sensible de alguna situación perteneciente a la cotidianidad.

Realizadores como Alain Maiki,  Alejandro Hidalgo, Fina Torres, Marcel Rasquin, Miguel Ferrari y los hermanos Bencomo, ofrecen proyectos con un estilo particular. Todos estos cineastas emplean su ingenio, creatividad, entusiasmo, sensibilidad o excentricidad para ofrecernos los mejores largometrajes que puedan llevar a cabo. Desean sumar un granito (o granote) de arena a la causa por hacer del cine venezolano algo único y especial en Latinoamérica. Todo este talento junto, buscan crear una identidad para nuestro séptimo arte y colocarlo en la dirección apropiada para hacerlo llegar a otras costas. En ese sentido, hablamos de una industria que se encuentra aún en proceso de evolución.

     ¿Es correcto exigir más de ella? La respuesta es: Si. Pero debemos hacerlo con honestidad. Tomar en cuenta lo bueno, resaltarlo y felicitar al encargado de ello. Darnos cuenta de lo negativo, expresarlo y asegurarnos de que no abunde. Resulta completamente válido pagar una entrada para asistir a la función de Uma, La Familia o Muerte en Berruecos. El apoyar un trabajo bien hecho es fundamental para el progreso. Pero el reconocer las fallas y hacer sugerencias sobre cómo mejorar, es también primordial. Y para esto, contamos con festivales, foros, blogs y páginas de facebook. Recalcar lo que nos agrada y solicitar lo que creemos necesitar, es el camino a seguir. Las herramientas para ello están presentes, solo debemos empezar a usarlas.

Raúl Briceño

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